"In this witty, wise picture book, Boelts presents a kid’s-eye view of a consumer fad that rages through school at gale force." — Bulletin of the Center for Children’s Books (starred review)
Sueño con esos zapatos. Altos, negros. Dos franjas blancas.
Todo lo que Jeremy quiere es un par de esos zapatos, como los que llevan puestos los otros chicos de su escuela. Pero su abuela le explica que ellos no están para hablar de «quiero», sino de «necesito», y lo que Jeremy necesita son unas botas nuevas para el invierno.
En esta historia, tierna y real, de Maribeth Boelts, ilustrada por Noah Z. Jones, un niño comprende que las cosas que él tiene —unas botas abrigadas, una abuela que lo quiere y un buen amigo— son mucho más importantes que las cosas que él quiere.
All Jeremy wants is a pair of those shoes, the ones everyone at school seems to be wearing. Though Jeremy’s grandma says they don’t have room for "want," just "need," when his old shoes fall apart at school, he is more determined than ever to have those shoes, even a thrift-shop pair that are much too small. But sore feet aren’t much fun, and Jeremy soon sees that the things he has — warm boots, a loving grandma, and the chance to help a friend — are worth more than the things he wants.
"In this witty, wise picture book, Boelts presents a kid’s-eye view of a consumer fad that rages through school at gale force." — Bulletin of the Center for Children’s Books (starred review)
Sueño con esos zapatos. Altos, negros. Dos franjas blancas.
Todo lo que Jeremy quiere es un par de esos zapatos, como los que llevan puestos los otros chicos de su escuela. Pero su abuela le explica que ellos no están para hablar de «quiero», sino de «necesito», y lo que Jeremy necesita son unas botas nuevas para el invierno.
En esta historia, tierna y real, de Maribeth Boelts, ilustrada por Noah Z. Jones, un niño comprende que las cosas que él tiene —unas botas abrigadas, una abuela que lo quiere y un buen amigo— son mucho más importantes que las cosas que él quiere.
All Jeremy wants is a pair of those shoes, the ones everyone at school seems to be wearing. Though Jeremy’s grandma says they don’t have room for "want," just "need," when his old shoes fall apart at school, he is more determined than ever to have those shoes, even a thrift-shop pair that are much too small. But sore feet aren’t much fun, and Jeremy soon sees that the things he has — warm boots, a loving grandma, and the chance to help a friend — are worth more than the things he wants.
